Tras la Reconquista, se produce un periodo de atonía demográfica y de decadencia económica que alcanza su punto culminante con la expulsión de los moriscos. Permanece el modelo de poblamiento hispanomusulmán en torno a las vegas de ladera, y se organizan incipientes núcleos de población en la costa, donde la disponibilidad de agua atraía a embarcaciones a hacer la aguada (Agua Amarga, San Pedro).
Se produce, además, un episodio de historia económica muy vinculado con el agua: los alumbres de Rodalquilar. En 1509, Francisco de Vargas, Tesorero de Castilla, obtiene la Concesión Real para la explotación de los alumbres de Rodalquilar.
El alumbre es un producto industrial derivado de diferentes tipos de roca, muy apreciado en el s. XVI como mordiente para el teñido de paños y prendas. Su escasez lo convierte en un producto estratégico, para cuyo control se mueven todas las cortes europeas de la época.
Francisco de Vargas levanta un poblado fortificado, donde instala una fábrica de alumbre, viviendas para los trabajadores y una TorreFuerte, que hoy permanece en pie, para garantizar la defensa en un enclave desierto y abierto a las incursiones norteafricanas.
La fábrica de alumbre necesitaba grandes cantidades de leña para la combustión de las calderas y de agua para la disolución de los cristales de alumbre. Para el abastecimiento de agua se instalaron un gran número de norias y qanats (galerías subterráneas con pozos verticales y lumbreras), que intercomunicaban los pozos de las norias y aumentaban su caudal disponible.